Conócenos

¿Quienes somos?

Todos los grupos humanos, cuando se constituyen con una determinada finalidad bien sea humanitaria, deportiva, religiosa, social, política, recreativa, lúdica, etc., se dotan de un nombre y de unos símbolos que representan aquello que los une. Tanto el nombre como los símbolos, han de ser distintivos de la razón de ser del grupo. En ellos se han de resaltar las señas de identidad que constituyen la esencia del mismo.

La Asociación benéfico-cultural COARO, tiene sus señas de Identidad. Son estas:

Nuestro nombre: CORO AMIGOS DEL ROCIO

Las tres palabras coro, amigos y Rocío, creo que nos definen de una forma plena, aunque tal vez no en el orden en que están puestas.

Si tuviéramos que darle una prioridad, tendríamos que empezar por La palabra ROCIO.

Es la devoción mariana a Nuestra Señora del Rocío lo primero que reina en nuestros corazones. Sin Ella, no tendría ninguna razón de ser nuestra existencia como grupo humano. No al menos con esas siglas y ese nombre.

Ella es la que guía nuestras acciones, la que nos ampara y tutela. Somos rocieros. Nos reconocemos como tales y nos sentimos íntimamente orgullosos de serlo y proclamarlo.

Por tanto, esta es nuestra primera seña de identidad. ROCIEROS.

Seguiríamos con la palabra AMIGOS.

Eso es lo que somos. Somos un grupo humano formado por amigos. Una amistad que se ha ido fortaleciendo a lo largo de años de íntima convivencia. Esta convivencia, tan intima, tan humana, ha propiciado en no pocas ocasiones lazos más íntimos, más estrechos favoreciendo algún que otro matrimonio y la existencia de segundas generaciones en la historia de nuestro grupo.

Esta es nuestra segunda seña de identidad: AMIGOS.

Desmenuzando hacia atrás nuestro nombre, nos encontramos con la palabra CORO.

Ya hemos hablado de nuestra devoción por la Virgen del Rocío. Hablemos ahora de una de las formas más bellas que existen en nuestra tierra de venerar a la Madre de Dios: La música.

Por medio de la música, nos dirigimos a Ella para venerarla, glorificarla, ensalzarla, para solicitar su tarea de mediadora ante Dios, pero también como madre nuestra, nos dirigimos a Ella para contarle nuestras esperanzas, nuestras alegrías, nuestras penas, nuestros proyectos, para compartir con Ella todos nuestros sentimientos.

Por tanto, hemos hecho nuestra esa forma de dirigirnos a la Madre de Dios, porque nos es familiar, porque nos gusta, porque nos une, porque nos proporciona como herramienta de expresión, un lenguaje común: EL CANTE, desarrollándolo en el seno y bajo la forma de CORO.

De esta forma, hemos dado sentido a nuestra tercera seña de Identidad: CORO


Intencionadamente hemos dejado para el final la seña de identidad que aglutina nuestro quehacer, nuestra andadura como grupo humano. Somos una asociación benéfico-cultural.

Formamos parte del tejido social de una ciudad, Córdoba, y es en esta ciudad, donde desarrollamos toda nuestra actividad y donde en múltiples ocasiones hemos colaborado desinteresadamente con todo tipo de asociaciones benéficas, religiosas, culturales con nuestras actuaciones la mayor parte de las veces y otras con nuestro esfuerzo personal, para la consecución de sus fines sociales.

Igualmente, de una forma directa, hemos desarrollado durante años una labor, a nuestro parecer hermosa, bajo el nombre de Rocio de la Ilusión con el colectivo de disminuidos psíquicos de nuestra ciudad.

Es esta actividad, esta disposición a volcarnos en las actividades sociales que nos demandan, la que aglutina nuestros esfuerzos, la que nos da la mayor de las satisfacciones y la que, después de 25 años ya cumplidos desde su fundación, nos hace sentirnos orgullosos de ser lo que somos.

De esta forma, hemos descrito otras tres señas de identidad de nuestro grupo humano:
Su carácter BENÉFICO, su carácter CULTURAL y por ende, su carácter SOCIAL.

NUESTRA MEDALLA:

Es nuestro símbolo más inmediato, más próximo, más palpable. Colgada de nuestro cuello y próxima a nuestros corazones, nos acompaña en todas las ocasiones en que el Coro está presente, actuando o representando institucionalmente a nuestra Asociación.

En ella, como no, Nuestra Señora. En una orla, nuestro nombre representando el amor y la devoción que le profesamos, rendidos a sus pies, como la orla que lo contiene.

De fondo, una paleta de pintor. Símbolo quizás de las pinceladas de color, de alegría, de luz, que inundan nuestras gargantas, nuestras canciones, tanto en ensayos, como en actuaciones como cuando simplemente nos reunimos para “echarnos unos cantes”.

Todo ello, enmarcado por las columnas y arcos de nuestra Mezquita, reconociéndonos de este modo, íntimamente cordobeses. Sin localismos trasnochados, con vocación universal, abiertos al mundo, pero a partir de unas raices, de unas costumbres, de un folclore, de una cultura a la cual pertenecemos y en cuya fuente bebemos para proyectarla a la sociedad que nos rodea.

NUESTRO SIMPECADO:

En el mundo rociero, el Simpecado es el símbolo por excelencia. Es la representación de Nuestra Señora la Virgen del Rocío. En relieve, bordado, pintado, cincelado en algún metal noble, rige la convivencia de todos los grupos humanos que se mueven en el mundo rociero, Hermandades, peñas, coros, etc.

Tiene un sitio de honor en nuestra Sede. En una de sus paredes, flanqueado por dos luminarias siempre encendidas cuando estamos en ella, el Simpecado preside nuestros ensayos, nuestras fiestas, nuestras convivencias, nuestras asambleas.

La imagen de Nuestra Señora, en delicado relieve, enmarcada por un perfecto óvalo, coronada y flanqueada por ángeles, es testigo silencioso de nuestro quehacer.

A Ella nos dirigimos como grupo, cantándole la Salve, cada vez que terminamos nuestros ensayos, con devoción, con emoción, con cariño, sintiendo su presencia benefactora en nuestras vidas, aún en los momentos más dolorosos y difíciles.

A Ella nos dirigimos todos y cada uno de nosotros, con la cotidianidad y con la confianza que da el sentirla como Madre de Dios, pero también como Madre Nuestra.


Estas a grandes rasgos, son nuestras señas de identidad, las que dan sentido y coherencia a nuestra ya larga trayectoria como grupo humano.